Cultivado en las montañas de Fujian (China), el té blanco se ha convertido en el antioxidante más eficaz superando la vitamina C y la vitamina E juntas. ¿A qué esperas para convertirlo en uno de tus básicos para el cuidado de la piel?
El Congreso Nacional de la Academia Americana de Química demostró en 2004 que el té blanco contenía tres veces más polifenoles que el té verde y tenía más poder antioxidante que la vitamina E y C juntas.
Hoy, esta realidad ha hecho que miles de personas hayan convertido esta variedad de té en un sustituto del café por su bajo nivel de cafeína.
Desde hace años, se llevan investigando distintas líneas de investigación respecto a los beneficios de los antioxidantes del té blanco como freno al deterioro progresivo de los tejidos y como eficaz remedio antiedad.
Además de todos los antioxidantes naturales, presentes en frutas y verduras como los kiwis, las naranjas y los tomates entre otras, se ha descubierto el todopoderoso té blanco que pone freno al envejecimiento de las células.
Esta variedad de té actúa como barrera frente a las distintas agresiones externas aportando elasticidad y disminuyendo posibles rojeces e irritaciones debido a su efecto antiinflamatorio.
Al no ser sometido a ningún procedimiento de fermentación previa, sus flavonoides, vitaminas y sales minerales actúan como refuerzo contra los efectos nocivos de los radicales libres y del medio ambiente proporcionando mayor hidratación y luminosidad en la piel.
Suave, aromático, evocador... el té blanco, practicamente desconocido hasta ahora, es lo último y más novedoso en el mundo de la BioCosmética.
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